Después de unos días de ir al parque de atracciones Mario me habló por whatsapp.
Nuestra conversación no fue nada del otro mundo, pero hizo que me acordara de él y de que tuviera ganas de volver a verle. Poco a poco fuimos hablando cada vez más, hasta que llegamos al punto de hablarnos diariamente y cada poco tiempo. Se estaba convirtiendo en un amigo especial. Yo sabía que era gay, pero él aún no estaba tan seguro. Aún así quería intentar acercarme a él para ver hasta dónde podía llegar.
Un mes después de haberle conocido mis sentimientos hacía él se intensificaron y ya no lo veía cómo un amigo.
No sabía qué hacer. Durante este tiempo habíamos quedado muchas veces. Era verano y teníamos mucho tiempo libre. No solía frecuentar el barrio por donde vivía, pero desde que o conocí me lo aprendí de pies a cabeza.
Al principio, me fue duro estar con él sin que ocurriera nada especial, cómo amigos vamos. Poco a poco fue creciendo mi deseo de darle un beso. De vez en cuando sí que le daba algún abrazo ya que él siempre ha sido muy cariñoso, pero con un sentimiento oculto en ellos.
Él por su parte había visto que su amistad con Eric, su amigo especial que le volvía loco, no funcionaba cómo él quería y se desilusionó mucho. Por suerte, al tenerme a mí cerca podía consolarlo, pero a cambio yo me tenía que tragar mis sentimientos al verle sentir tanto por otro que no era yo.
Este estado le duró unas semanas, en las que se dio cuenta de que le gustaban de verdad los chicos.
Al saber esto mis ganas de estar con él se convertían casi en una realidad. Sólo me faltaba dar un paso. Declararme.
Para ello tenía que buscar el momento adecuado.
Decidí decírselo un día en el que fuimos a su casa para pasar juntos la tarde. Estuve muy raro y al final me preguntó qué me pasaba. Vista la ocasión se lo conté todo.
Él es muy buena y muy alegre y amigable. Su respuesta fue:
- Yo también te quiero.
Escuchar eso me hizo ponerme muy feliz, pero continuó con esto:
- Si no fueras uno de mis mejores amigos en este momento te diría que sí, pero si salgo contigo se que acabaré perdiendo tu amistad y eso no lo quiero por nada del mundo.
En cierto modo lo entendía, pero me dolió mucho escucharlo.
- No estés triste ahora, seguimos siendo amigos. ¿Podrías seguir siendo cómo hasta ahora?
- Mario, va a ser muy difícil para mí seguir normal contigo, pero quiero intentarlo.
Y vaya que lo intenté. Durante dos semanas estuvimos bien, muy bien. Incluso mejor que antes. Nuestra amistad o lo que fuere se había hecho más grande.
Lo malo de esto fue que le conociera más y de que me enamorara más de él.
Era el 6 de agosto, como ya sabéis, un día antes de mi cumpleaños. Ese día quedé también con Mario cómo de costumbre. Al despedirnos le acompañé a casa y le dije:
- Mario, mañana es mi cumpleaños.
- Ya lo se, no se qué regalarte :/
- Yo sólo quiero una cosa...
- ¿El qué?
- Quiero ser tu novio.
- Esto ya lo hemos hablado
- Ya, pero me haría muy feliz tener novio para mi cumpleaños. Sería el mejor regalo del mundo.
- Ya te dije que no quería romper nuestra amistad.
- Entiendo...
Después de eso y hablar un rato más me fui, algo decepcionado pero feliz porque al día siguiente era mi cumpleaños. Cumpliría 17 y pasaría una noche inolvidable. Una noche de las mejores noches de mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario